Sunday, September 03, 2006

Fiel de la balanza

Cuánta razón tenían, sí, los doctos
filósofos sagaces de la amántica
cuando filosofaban que en romántica
se pueden prometer sólo momentos

Y de dos que se quieren uno más
ama, y el otro casi nada o nada
Una es el alma infiel y afortunada
fiel la otra y desdichada, cruel jamás

Pues de dulces crueldades Uno vive
y sin esfuerzo Otro ama a veces
siendo, más bien, a no sufrir proclive

no pierde el tiempo con ridiculeces
en espera quizá de quien cautive
su ser y la miel cóbrele con creces

Bajo llave

En un baúl guardé dos tersos ojos
la miel de unas caderas, y el sutil
reírse de esa sarta de marfil
agazapada tras tus labios rojos

Metí también suspiros y sonrojos
la suma de tus pechos y el febril
tañido de tu cuerpo en el viril
infierno primeval de mis antojos

Perdí luego las señas de la llave
y la llave y la caja y yo también
muriendo me extravié en tu aroma suave

Y te hallé, a la orilla del Edén
mi universo creabas, tenue ave
del Paraíso, !y yo latía!.., ven