No era mi corazón el que latía
ni mis venas pulsaban tono alguno
sino el mínimo andar de un talle bruno
que repiqueteaba el alma mía
Ya nada recordaba, no sentía
ni pena ni pasión... ¿Dolor?... Ninguno
sólo mi cuerpo de tu cuerpo ayuno
sangraba mares de melancolía
Mi aliento extinto yace junto a esos
magros restos de mí, pellejo inerte
aferrándose al sueño de tus besos
Mas no lamento nada, ¡tuve suerte!
agradezco a la Vida tus excesos
y que tu vida me causó la muerte
Friday, October 20, 2006
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